Una mirada de larga duración parece adecuada, para comprender los cambios que han ocurrido en las familias desde el pasado, y en el presente visibilizar las dificultades que hoy enfrenta y enfrentará a futuro. La metamorfosis de la vida privada familiar, un tipo de mutación social; madres y padres fuera de casa, los hijos desde pequeños en salas cunas o jardines infantiles, la incorporación de la asesora de hogar o nana, como nuevo integrante de la familia, un aumento de las familias recompuestas como signo de esta época, el sistema de parentesco se pone complejo debido a que no sólo implica lazos de consanguinidad y alianza, sino además de paternidad y maternidad sociales.
Asimismo, las estructuras familiares se han modificado con un estancamiento de la familia nuclear, y el aumento de las familias matricentradas, de madres con sus hijos, padres con sus hijos, hogares de personas solas, mujeres solas, viudos y viudas, separados/ as y divorciados/ as, convivencias de personas del mismo sexo, con y sin hijos. Aumentan otras formas de vivir, la convivencia cambia o se modifica. Esta especie de mutación social, que no sólo implica cambios en las relaciones familiares, también implica modificaciones del concepto de paternidad y maternidad. Si la educación fue importante en el siglo XIX para separar las funciones de la familia y el estado, las trasformaciones normativas y de los comportamientos sociales manifiestan los rasgos que nuestra sociedad ha mantenido, la familia normalizada y regulada, la constitución matrimonial y la correspondencia entre la simbolización de la familia y su representación social jurídica.
La globalización y los cambios culturales, especialmente procesos de individualización de la mujer, que gracias a la conquista de mayores derechos sociales, laborales, económicos y políticos, han roto con algunas normativas y formas, como el matrimonio para toda la vida, también se constata que hoy la familia se diversifica y des- institucionaliza.
Un fenómeno que crece es el nuevo contexto de separación de la residencia y la filiación en la medida de que cada vez hay menos hijos que viven con ambos padres.
Las trasformaciones familiares contemporáneas están caracterizadas por la tendencia a la vida privada, este proceso que cohabita con las distintas formas familiares, monoparentales, recompuestas, uniparentales, nucleares, con la libertad de elección, con variadas formas de construir y gestionar su universo privado que muestra su emancipación de lo individual con respecto a la tutela familiar del pasado.
Las familias y sus miembros en concordancia con esta tendencia emancipadora se enfrentan a complejos modelos de convivencias, por sus legítimas diferencias, y su necesaria interacción con sus redes, sus sistemas y subsistemas.
Los nuevos padres se construyen sobre esa base de participación laboral, el reparto de las responsabilidades en el hogar, la crianza y cuidado de los hijos, se producen fenómenos como la sobre responsabilización femenina y la des- responsabilización masculina. Las nuevas familias y sus nuevas representaciones sociales, se enfrentan a mutaciones, un ejemplo, el cada vez mayor reacomodo o alejamiento de la figura paternal, el ejercicio de la maternidad y también la fragilización del ejercicio del rol femenino. Nos encontramos ante una modernización fragmentada, cambios individuales, familiares, sociales y culturales.
Estas nuevas miradas, visiones, apreciaciones, definiciones observadas de la institución familiar actual, se han construido desde nuestra experiencia y competencias, en el desarrollo de nuestro trabajo con familias, en los más variados ámbitos del quehacer profesional. En este sentido emergen interrogantes como:
¿Cuánto y cómo entiende y valora el Sistema Escolar estas nuevas formas de ser y hacer familia?
Es muy frecuente escuchar decir “La educación comienza en la casa”.
Hoy, nos enfrentamos a un escenario que parece decir que la educación es del siglo XIX, con familias y alumnos del siglo XXI. En el contexto de acercamiento de esos dos sistemas, pareciera ser que existe una importante distancia. En este sentido el Orientador se constituye en un nexo entre las dos instituciones, un gestor de alianzas en pro del bienestar del niño/a
¿Existe solidaridad de la escuela con el sistema familiar?
Pareciera ser que en algún punto se desconectan y no se considera a esa persona de un modo integral, es decir ese niño/a, alumno, único y perfectible con sus características de origen, y que su rendimiento o logro escolar, están ligados a su entorno social por un lado y por otro a las representaciones sociales colectivas de un sistema escolar. El Orientador permite reconectar la esencia única e integral de todos los estudiantes.
¿Compromiso Social de la Escuela?
Es fundamental que el tiempo que transcurre en la escuela durante la niñez y adolescencia de un ser humano, sea considerado por niños, niñas y adolescentes como un espacio valorizado, de crecimiento, de creatividad que favorezca la construcción de su identidad, e individualidad, desarrollo de sus potencialidades y habilidades, ámbitos de intervención intrínsecos a la labor del Orientador
Definitivamente preguntas muy interesantes y de alto impacto que emergen a la luz de realidades y situaciones de común ocurrencia en la Unidad Educativa.
Se hace necesario entonces generar, facilitar y promover en el establecimiento tiempos y espacios para que las palabras circulen y no los gritos, que la discusión erradique el sometimiento y acatamiento y el dialogo, el análisis se apropien de la unidad educativa por sobre las actuaciones impulsivas y violentas. Que las interacciones cotidianas en las actividades habituales, saludo de ingreso, charlas espontáneas o diálogos y exposiciones programadas, recreos, sala de clases, permita la práctica de los valores democráticos, promoción de la justicia, solidaridad, paz y responsabilidad individual y grupal, desde la vivencia y experiencia personal y comunitaria.